EL NEOCLÁSICO

A partir de mediados del siglo XVIII,  los hallazgos arqueológicos de Herculano y Pompeya (Italia) inspiraron a multitud de arquitectos y diseñadores de Europa para crear el estilo neoclásico, un estilo decorativo solemne y recatado que adoptaba la simetría, la proporción y la pureza de la arquitectura de la antigua Roma y Grecia, y que contrastaba notablemente con el hasta el entonces extravagante rococó. El neoclásico también adoptó la ornamentación de estas antiguas culturas, y hojas de acanto, guirnaldas, rosetas, cabezas de venado, palmas, medallones, festones, hojas de laurel y grifos, entre otros muchos símbolos clásicos, se fabricaban en piedra, metal, cristal y porcelana, o se pintaban en las paredes. El arte del trampantojo floreció, y los salones se llenaban de columnas griegas o romanas, escenas de la antigua Grecia, la poderosa Roma o el majestuoso Egipto. 
El arquitecto escocés Rober Adam fué el responable del desarrollo del primer neoclasicismo, especialmente en Reino Unido basado en sus observaciones en los edificios de la antigua Roma y Pompeya, en los grabados del arquitecto italiano Piranesi y en los palacios renacentistas italianos, con un amplio repertorio de elementos decorativos procedentes de la antigua Grecia y de la ornamentación etrusca. 
El estilo Adam se difundió por Europa, principalmente a través de libros de muestras y alcanzó gran popularidad en Italia, Alemania, Rusia, y Francia. El neoclasicismo se difunció también por Norteamérica, donde sentó las bases del primer estilo federal. 
Pinturas murales de Pompeya, que inspiraron a los arquitectos y diseñadores del neoclásico.

Una importante rama de este estilo se encuentra en Escandinavia, conocido como gustavino. Toma su nombre del monarca sueco Gustavo III, bajo el cual el neoclasicismo francés se adaptó a una única versión escandinava, caracterizada por las moderadas proporciones clásicas  y la claridad de lineas, aunque es menos rico en materiales y posee una paleta de color más clara que en francia, destacando el blanco, blanco roto, gris, rosa, celeste, verde y amarillo pálido.
Pavellón de Gustavo III


La simetría, el orden y la armonía de proporciones y detalles son las marcas del interiorismo neoclásico. El revestimiento de las paredes, a menudo con columnas clásicas y pilares fué muy utilizado. Los techos solían segmentarse y embellecerse con molduras de yeso, pintura decorativo o ambas opciones a la vez. Los tipos de pavimento más utilizados eran los de baldosas multicolores de piedra o azulejos, mosaicos, marquetería y parqués de madera o mármoles de exótico veteado. 
El mobiliario del primer neoclásico era sencillo, de líneas rectas y porporciones delicadas. Podía estar pintado o ser de madera exótica pálida de las Indias Orientales, como el satín. En Inglaterra y Norteamérica, la caoba era la madera preferida para las mesas y sillas de comedor. Las consolas de madera dorada altamente estilizadas, con elegantes y afiladas patas y el mobiliario de asiento tapizado de generosas proporciones son propios de esa época. 

Hoy en día el estilo neoclásico sigue vigente, aunque como todos los estilos decorativos se renueva constantemente y se adapta a los nuevos tiempos, siempre buscando la armonia, la pureza y la sencillez en sus lineas, obteniendo así una inmponente imagen de grandiosidad.