Una habitación azul, un salón y una cocina cálidos, y un invernadero con aire provenzal.


En esta semana tan especial, en la que las flores y los libros toman las calles quería presentaros unas estancias fascinantes e inspiradoras. Para comenzar, una habitación muy especial que combina los azules de la pared, el radiador y la colcha con los crudos de las cortinas y el cabezal de capitoné de la cama. Una idea decorativa solo apta para habitaciones con mucha luz. 


Este salón que se insinúa tras las puertas de cristal y madera lacada en blanco me parece de lo más irresistible. La mesa de centro en madera clara resalta sobre la alfombra cruda y junto al parquet de madera aportan calidez a la estancia.



Esta preciosa cocina de techos envigados nos invita a pasar largos ratos junto a los fogones. La isla de madera blanca nos ofrece una gran cantidad de espacio para almacenaje, y las cestitas de mimbre le quitan peso y le dan un aire algo más rústico. Los estores en colores tierra de las ventanas le acaban de conferir ese aire de cocina de casa de campo que tanto me gusta. 






Un recibidor que da la bienvenida en colores pastel. El blanco del parquet del suelo, la carpintería y el coqueto armario para guardar zapatos y abrigos multiplican la luz. 


Y para terminar, un rincón que nos transporta a la provenza con sus contraventanas francesas en color verde agua e invita a la luz a entrar en casa por una cristalera impresionante que nos permite cultivar plantas de interior, como si se tratase de un invernadero. Una vez más las cestas de mimbre abrigan los tiestos y nos alegran la vista con su innata calidez. Y es que un hogar se crea con pequeños detalles que hablan de nosotros a cada paso...

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