Huertos urbanos: la naturaleza inunda nuestros hogares

Desde mi infancia he sido una apasionada de la jardineria, por eso siempre digo que el jardín es el alma de la casa. Ahora dos de mis pasiones se unen, la jardinería y la horticultura, porque en los últimos tiempos ha aparecido una nueva tendencia que nos invita a ser hacedores de nuestros propios alimentos. Los huertos urbanos han irrumpido con fuerza ya no solo en nuestros jardines, sino en las terrazas, en los balcones, en cualquier ventana. Las verduras y hortalizas han dejado de ser patrimonio del campo para invadir las ciudades con sus preciosas tonalidades y sus fragantes aromas. 


Solo necesitamos unas macetas, cubos, cajas de madera, o unas bolsas de rafia o geotextil que prepararemos convenientemente para que las plantas que alberguemos dispongan de todos los nutrientes necesarios y de un buen drenaje. Para ello usaremos una base de grava que cubriremos con tierra o sustrato, y a la que añadiremos, una vez plantadas las plantitas, los abonos necesarios. 


Después nos tocará cuidarlas con mimo, regándolas al atardecer o antes de que salga el sol, con un flujo de agua suave, regando directamente la tierra y evitando mojar sus hojas para que hayan menos riesgos de que desarrollen las enfermedades que precisamente se propagan por el agua y que suelen afectar a las hojas de las plantas. También evitaremos así, que los caracoles y babosas se sientan especialmente atraídos por nuestras coles y lechugas, verduras que les encantan. No olvidemos que el agua de lluvia, al contrario que la de la red, es beneficiosa para nuestro plantel. 


Las plantas trepadoras y rastreras, como tomateras, judías, guisantes, etc, necesitarán de un tutor y soportes, como cañas de río, a los que ataremos suavemente las ramitas a medida que vayan creciendo para evitar que arrastren, y que se dañen los tallos por el peso de los frutos. 


Para cultivar la tierra necesitaremos unas herramientas mínimas, entre ellas un azadón, unas tijeras de podar, guantes, un rollo de cuerda a poder ser ecológica para atar las plantas a sus soportes conforme vayan creciendo, una pala y un rastrillo para hacer los agujeros en la tierra que acogerán a  nuestras plantitas.





Los huertos urbanos son todo un espectáculo de color y vida. Y además de alegrarnos la vista, el olfato y el espíritu, también nos deleitarán el paladar durante toda la temporada.  Podremos compartir el excedente de nuestra cosecha, o venderla. 



Fresones plantados en bolsas de un fieltro especial reciclado.






Desde El Calderí os recomiendo que viváis esta preciosa experiencia de ser los "hacedores de vuestros alimentos", porque además de disfrutar de los sabores de la naturaleza de una forma totalmente ecológica, podréis tener la satisfacción de ver crecer vuestro propio plantel de frutas, verduras y hortalizas. ¡Feliz cosecha!. 

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